Todas las historias tiene un
principio. También en Sant Cosme. La mía empezó el año 1969, cuando tenia tres
años. Nos trasladaron de las barracas de Montjuïc, nos echaron más bien, a El
Prat de Llobregat, a un barrio que acababan de construir expropiando tierras a
los payeses del pueblo y en una zona aislada del resto del municipio.
Sobre algunas cosas solo puedo contar lo que me contaron a mí pero según
parece no fuimos bien recibidos y mi familia, como las demás, tuvo que aguantar
que las tiendas no quisieran vendernos primero y sólo nos vendieran al contado,
después. Pueden parecer historias, y lo son, pero la mala fama de Sant Cosme
empezó ahí en la falta de encaje con el resto de El Prat.
Yo puedo decir que llegué con mis
padres, mi hermana, mi abuela y mi bisabuela, ambas por parte de madre, ya que
gran parte de la familia de mi padre acabó viviendo en Sant Boi, que ellos
llamaban San Baudilio.
Vivíamos en una planta baja en una zona en obras
y al principio ibamos a buscar el agua a la obra. Recuerdo tener que ir a un colegio privado que
había en la calle de Flaquer, al lado de la plaza de España -la de El Prat-.
Salíamos cada mañana en una autobús de la empresa Fersprat con nuestro bono de
cuatro viajes en una pequeña cartulina amarilla de la que te cortaban una
esquina con cada viaje. Si llegaba con tiempo, iba a una panadería de la
esquina y compraba una tableta de chocolate blanco antes de entrar a la escuela
del señor Martí.
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